jueves, 2 de diciembre de 2010

EL ÚLTIMO BESO de Jerónimo Cornelles

XVIII Muestra de teatro español de autores contemporáneos
Con el telón de fondo de la eutanasia, El último beso narra el encuentro entre dos mujeres, esposa y amante de un mismo hombre, en la unidad de cuidados intensivos de un hospital.  Estas dos desconocidas, en circunstancias trágicas y heridas en lo más hondo, se colocan frente a frente y desencadenan una historia de emociones, de sentimientos encontrados, pero sobretodo de humanidad. Sandro lleva dos semanas en coma, un coma irreversible, y ellas han de tomar la decisión de desconectarlo o no de la máquina que lo mantiene con vida. Érika, la esposa, una polaca no creyente que reza esperando un milagro. Laura, una transexual disfrazada de hada, que por amor deja pasar un tren que la habría llevado lejos de allí. Por la vía legal, sabemos que le corresponde a la esposa decidir, pero... ¿quién tiene el deber moral de firmar ese papel?
En una lucha por demostrar que están por delante de su rival, las dos mujeres se enzarzan en una discusión por firmar un papel que, en el fondo, ninguna de las dos quiere firmar, pero que llega a convertirse en una cuestión de orgullo. Finalmente, es una moneda la que decide, a cara o cruz, quien ha de hacerlo. A todo esto y con el afán de ayudarles, se une a la escena una psicóloga bastante peculiar, Noemí, tetraparética espasmódica a causa de un intento de suicidio. Y con este delicado triángulo, el humor surge de lo inesperado, haciendo de la obra una pieza viva y rebosante de teatralidad.
Mientras alargan el momento de firmar ese papel, las dos mujeres discuten, se tiran los trastos a la cabeza, llegan a perder la vergüenza, pero nunca la dignidad. Descubren que el Sandro que cada una conocía era un Sandro diferente, que todos lo somos dependiendo de con quién nos relacionamos. Y así, a través de ese sufrimiento compartido, ambas se dan cuenta de que no son tan diferentes como creían; con ese intercambio metafórico de zapatos, cada cual se mete en la piel de la otra, llegando a sentir cierta empatía. El dolor por la pérdida del ser querido las une, llega a ponerse por delante de todo lo demás, tal es el vacío que sienten ante la soledad que les espera de ahora en adelante, desde el momento en el que Sandro, se vaya para siempre. Y esta fuerza las empuja a compartir ese último beso.